
Fotografía cortesía PL
Un poco de contexto
En el año 2007, se celebraba en nuestro país el Primer Encuentro Nacional a favor de la Primera Infancia o ENPI I, que convocó a cientos de representantes de distintos sectores de la sociedad guatemalteca, entre estos, Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo -ONG-, representantes de iglesias, academia, funcionarios públicos, cooperación internacional, expertos internacionales, experiencias exitosas locales, entre muchos más, fueron tres días intensos de deliberación. Resultado de ello la necesidad de contar con un Plan de Acción a Favor de la Primera Infancia -PAFPI, que fue construido colegiadamente a lo largo de los meses posteriores.
Un año más tarde se convocó al ENPI II, en donde se validó el Plan de Acción y se dibujó la ruta para formular una política de largo aliento. Era el inicio de un nuevo período de gobierno, esta vez el de la Unidad Nacional de la Esperanza -UNE- que impulsó entre otras cosas la Estrategia Nacional de Reducción de la Desnutrición Crónica -ENREDEC-, expresando su férreo compromiso de no permitir que ningún niño más muriese por esta causa.
Al final de este período, se aprobó la Política Pública de Desarrollo Integral de la Primera Infancia 2010 – 2020, la cual no contó nunca con un Plan de Acción ni con presupuesto asignado para ponerla en marcha.
El siguiente gobierno, el del Partido Patriota, hizo caso omiso de esta e ideó La Ventana de los Mil Días y el Programa Hambre Cero, con el fin de reducir la desnutrición crónica en niñas y niños de 0 a 6 años de edad hasta en un 10%.
Cuando sucede su debacle política, a duras penas se había logrado una reducción del 2% con más dudas que certeza. La sucesión en la presidencia de la República lleva al Frente de Convergencia Nacional -FCN- Nación, que inmediatamente fijó su meta de reducción de la desnutrición crónica, esta vez en niñas y niños de 0 a 2 años de edad en 10%.
Al concluir el período para el cual fue electo, lejos de reducirse, la misma aumentó considerablemente, hasta alcanzar a 1 de cada 2 niñas y niños de la primera infancia, es decir de 0 a 6 años de edad, teniendo como consecuencia inmediata, atrofia en el desarrollo cognitivo irreversible en los mismo.
El total de niñas y niños afectados en el país, aproximadamente es de un millón quinientos mil. Lamentablemente no contamos con datos certeros ni confiables para determinar con exactitud esta cantidad.
Lo que resulta evidente es, que las acciones gubernamentales, durante los últimos 13 años no han dado los resultados esperados, poniendo en riesgo la vida de niñas y niños, pero ahora también de las y los adolescentes.

Fotografía de Ameno Córdova
Ha sido en el año 2008 cuando el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia -UNICEF- presentó el Informe Análisis de Situación de la Primera Infancia en Guatemala, durante el ENPI II, en cual se exhibía una proyección de indicadores que expresaba que en promedio al día se registraban 1,200 nacimientos, pero de estos 2 niñas/niños -NN- quedaban huérfanos por complicación en el momento del parto; 3 NN mueren antes de cumplir un día de vida; 6 morirían antes de cumplir una semana de vida; 4 más morirían antes de cumplir un mes de vida; 56 lo harían antes de cumplir su primer año de vida y 64 lo harían antes de cumplir cinco años de vida, es decir, todos lo harían en su primera infancia y por razones absolutamente prevenibles, dentro de ellas están las Infecciones Respiratorias Agudas -IRAs- y el Síndrome Diarreico Agudo -SDA-.
De los sobrevivientes, 591 sufrirán desnutrición crónica.
Tomando como punto de partida el 18 de abril de ese año, al momento de presentar los anteriores datos, hemos proyectado su comportamiento al 30 de mayo de 2020, obteniendo los siguientes resultados: se habrían registrado 5,286,000 nacimientos; de ellos habrían quedado 8,810 huérfanos por complicación en el parto de la madre; 13,215 habrían muerto al primer día de nacimiento; 26,430 lo habrían hecho antes de su primer semana de nacidos; 17,620 antes del primer mes; 246,680 antes de su primer año y 281,920 antes de los cinco años de vida.
Pero del total de nacidos, 2,603,355 estarán padeciendo desnutrición crónica. Debemos de adicionar los casos de desnutrición aguda que se han venido incrementado año con año. Recientemente, las actuales autoridades gubernamentales han evidenciado 13,740 nuevos casos en niñas y niños menores de 5 años de edad. Este es un panorama absolutamente desalentador para la primera infancia en Guatemala, la cual se enfrenta ahora a una nueva amenaza sanitaria.
Primera infancia y COVID-19
La pandemia ha venido a afectar de manera importante a las niñas, niños y adolescentes, su crecimiento se ha previsto hasta en un 100% cada diez días. El día 29 de abril se registraban 26 casos positivos, de los cuales 9 corresponden a primera infancia, es decir, niñas y niños de 0 a 6 años de edad; 6 a niñez de 7 a 12 años; y 11 casos en adolescentes de 13 a menos de 18 años de edad.
Un mes más tarde, el 29 de mayo, los casos se incrementaron hasta 385 NNA que habían dado positivo, de estos 163 corresponden a la primera infancia; 102 niñas y niños de 7 a 12 años; en tanto que 120 son adolescentes.
Ante este panorama, la pregunta reiterativa es ¿Por qué afecta con énfasis a la primera infancia?
La respuesta, consideramos, se encuentra en el contexto aquí planteado, han sido años de desatención, se ha fallado en priorizar el desarrollo integral de las niñas y los niños desde su concepción.
El sistemático abandono les sitúa en mayores condiciones de vulnerabilidad y riesgo. Lo que explica por qué hasta ahora 70 bebés menores de un año permanecen hospitalizados, luego de haber sido confirmados positivos de COVID-19.
Pero ni los hospitales permanentes ni temporales, cuentan con salas pediátricas acondicionadas y equipadas para recibir toda la demanda ahora que los casos se incrementan de manera impresionante.
Tampoco los equipos médicos, de enfermería o paramédicos, quienes están en primera fila de combate al coronavirus, se encuentran debidamente equipados para brindar mejor atención a sus pacientes, como evitar que puedan ser contagiados.
Por ello, CIPRODENI presenta en su propuesta de Círculos Protectores de Niñez y Adolescencia, que el gobierno de la República mejore sustancialmente sus líneas de intervención, para mejorar las condiciones en que se encuentran las y los NNA hospitalizados, a la vez que aplique pruebas masivas de exámenes que eviten mayores contagios en la niñez y adolescencia
De no hacerlo, se pone en riesgo toda una generación, ahora es el momento de actuar.
Cuando sea el momento de construir el escenario post pandemia, las niñas, niños y adolescentes deberán estar en el primer orden de la agenda nacional.