Joseph Robinette Biden Jr., el 46.º presidente de los Estados Unidos.

El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, considera a Venezuela “una amenaza a la seguridad, inusual y extraordinaria para Estados Unidos”. Esta medida fue decretada en marzo de 2015 por Barack Obama. Se puede entender que la lucha por apoderarse del petróleo venezolano y otros recursos estratégicos aún no concluye, independientemente del gobierno y del partido político. El nuevo Gobierno de los EE.UU. continuará implementando “el modelo de agresión” utilizado por la administración de Donald Trump.  Eso ha causado daños al pueblo de Venezuela, poniendo en riesgo áreas vitales como la alimentación, la salud, la vivienda y otros derechos humanos.

Biden causó mucha expectativa, porque se creía en la flexibilización frente a los migrantes, a pesar del anuncio de una Reforma Integral. Significa que la política exterior estadounidense seguirá siendo la misma, con la bandera de la democracia. Un cambio de gobierno no significa cambio de sistema. Los grandes consorcios internacionales dentro de los que se encuentran los petroleros, así como los trust, los carteles y otras agrupaciones económicas, de ninguna manera modificarán la lucha por la apropiación de los recursos a nivel mundial, ubicados en los países subdesarrollados, dentro de los que se encuentran las antiguas colonias.  No habrá cambios en la Política de Defensa norteamericana, que considera enemigo a todo país que no se alinee a sus políticas imperialistas, y consideradas amenazas a su seguridad.

La amenaza a la paz mundial, se genera de la maquinaria de guerra de los EE.UU., su política militarista y sus intentos de resolver los asuntos internacionales desde posiciones de fuerza. Cuenta con 3, 302,000 efectivos, con más de 1,600 bases y objetivos militares en 34 Estados o sus posesiones, donde permanentemente están acantonados más de 500,000 efectivos. Las fuerzas de despliegue rápido, son alrededor de 400,000 efectivos y se encuentran listas para ser trasladadas a miles de kilómetros del continente americano. Diseñadas para imponer su voluntad a otros Estados, los que son llamados “zonas de interés vitales”, que cubren regiones geográficas enteras.

Las 7 fuerzas navales norteamericanas están distribuidas en todos los mares del mundo, contando con portaviones, buques de escolta, submarinos nucleares y aviones de combate. Cada agrupación, es una base o plataforma de combate móvil que puede intervenir inmediatamente en cualquier parte del mundo, practicando una política de intimidación. Poseen más de 20 portaaviones de destino múltiple, con decenas de aviones y centenares de cargas nucleares, 10 de los cuales son de propulsión nuclear. Su potencial ofensivo, debe asegurar la victoria contra cualquier adversario, y con la Marina de Guerra se plantean mantener el control de las principales vías marítimas mundiales y la superioridad en conflictos que se desarrollan en zonas clave del planeta.

La superioridad aérea implica modernización y desarrollo tecnológico, con aviones de quinta generación, que puedan tener protección contra los sistemas de defensa antiaérea. No queda fuera del plan la capacidad nuclear, modernizando sus medios de lanzamiento, el control y alerta sobre la posibilidad de un ataque enemigo. Incluye el desarrollo de la cohetería antimisil e instalación de puestos de vigilancia en distintos países. Se agrega un nuevo elemento a la estrategia, porque ha dedicado grandes recursos, a la ciberguerra. El Comando encargado de dicha misión tiene amplios planes, y se les han asignado decenas de millones de dólares. Tendrá estaciones en varios continentes, dentro de esos planes se encuentra también el espionaje a todas las naciones del mundo.

En primer plano, entra en juego la producción de armamento del Complejo Militar Industrial, CMI, con representantes en la Casa Blanca y el Pentágono. Con ello se equipan sus fuerzas armadas, de tierra, mar y aire, además de venderle esa tecnología a sus socios y aliados.  La fabricación de armamento no es para tenerlo guardado, es para utilizarlos en conflictos directos e indirectos en los que se involucra EE. UU. Con esas guerras, el CMI, gana billones y billones de dólares, y si el conflicto se prolonga mejor, como sucedió en Vietnam, Irak o Siria, independientemente se gane o no la guerra, ello aportará grandes ganancias.

Por todo ello, no habrá variantes en la política exterior, económica y de Defensa de los EE. UU, es decir, no dejará de ser imperialista y luchar por la supremacía en el mundo. Se seguirá manifestando el bloqueo a Cuba, la dependencia de los países de América Latina, las agresiones a Venezuela, Ecuador y Nicaragua, como en otras partes de mundo.  ¿Por qué la Seguridad Nacional de una superpotencia, se defiende a miles kilómetros de su tierra? ¿Por qué se emplea el poderío militar para proteger ese interés, agrediendo otros países?