“Seño, ¿qué va a pasar si la enfermedad llega aquí, ya no vamos a estudiar?” me preguntó un estudiante de tercero básico el 12 de marzo de 2020. Se le veía la angustia en el rostro, no lo volví a ver el resto del año.
Trabajo en una de las llamadas zonas rojas de la Ciudad de Guatemala donde los estudiantes cuentan con pocos recursos económicos y ni hablar de los tecnológicos. Al principio se conocía muy poco sobre lo que implica una pandemia, todo fue repentino. Las primeras noticias fueron muy confusas, de un día a otro ya no debíamos salir de casa, pensé que sería un tiempo corto de resguardo, no había calculado la magnitud de la situación.
Al ser docente acompañante de tercero básico pensaba en encontrar la mejor forma de comunicación, los jóvenes se preparaban para elegir una carrera en diversificado. Al inicio se dio un período de incomunicación total con los estudiantes, un desorden en casi todo sentido, no se tenía correos electrónicos de los estudiantes, los números de teléfono de los padres de familia no estaban actualizados, el uso de WhatsApp con ellos era un tema de ciberseguridad, se optó por la comunicación a través de correo electrónico y el servicio web educativo Classroom. Pero todo fue muy nuevo, como también un proceso largo. En la recopilación de correos electrónicos de los jóvenes, me encontré con cuentas con nombres como elguapo858976, lo que hizo muy difícil identificar a los estudiantes, para quienes era nuevo el uso de correos más allá de una cuenta en el celular que nunca se usaba para otra cosa y Classroom no se había usado para nada.

Fotografías de Danilo de Jesús Ramírez
Comenzamos a enviar guías de autoaprendizaje como primera opción ante la escasez de internet de los estudiantes, así podrían recibir su guía de forma electrónica y entregarla de la misma forma, sin necesidad de tener conexión diaria y evitando que salieran de casa. Las guías de trabajo se fueron transformando, para adaptarse al nuevo contexto.
Hoy se puede pensar que lo mejor era iniciar con clases virtuales por alguna de las plataformas de video llamada, evitando la ruptura de la comunicación y relaciones entre estudiantes, pero el proceso fue extenso, el miedo al virus era permanente y no el único, también presentarse ante una cámara era motivo de angustia; el usar adecuadamente las plataformas; el realizar las clases de forma interactiva, pero ya no pensando en el pizarrón y marcadores; el no tener el espacio de interacción con los estudiantes y tampoco entre ellos, el no ver sus expresiones, otro reto fue el grabar una clase, no muy larga para mantener la atención y el interés, no muy corta para desarrollar adecuadamente el tema. Para grabar una clase se requerían horas, grabar una y otra vez hasta que quedara como se quería, invertir otras horas para editar el video y que fuera atractivo y así conseguir únicamente unos minutos de video.
En el último año he aprendido mucho sobre herramientas tecnológicas educativas, tanto como nunca imaginé, pero este proceso me ha alejado de los estudiantes, hay quienes no logran de ninguna forma tener conexión a internet para las clases virtuales que iniciaron hasta este año, ni para descargar las guías de internet, hay quienes deben estudiar de forma totalmente individual ya que solo reciben las guías de forma impresa y no conocen a ninguno de sus compañeros, ni a sus docentes, cuentan con muy pocas posibilidades de apoyo en casa para profundizar su aprendizaje.
El trabajo docente que antes de la pandemia era de medio día, ahora no tiene horario, se requiere un acompañamiento individual en la medida de cada estudiante, hay quienes lograron adaptarse a la modalidad educativa en pandemia, quienes por momentos avanzan en su aprendizaje y por momentos la vida los absorbe porque ahora trabajan y estudian, también quienes prefieren ya no estudiar, muchos permanecen todo el día solos en casa, a algunos se les hace visitas domiciliarias para intentar que así se motiven y respondan mejor a sus estudios, las visitas a cuenta y riesgo de cada maestro.
Para mí lo más complicado ha sido notar que, aunque ahora parezca más fácil estudiar, la realidad es que menos estudiantes tienen posibilidad de hacerlo y quienes lo logran, en mi contexto, son quienes tienen una pizca extra de oportunidades. Más de un año después de la pregunta del estudiante en el último día de clases presenciales, puedo responder que no, ya no van a estudiar de la misma forma.

Fotografías de Danilo de Jesús Ramírez