La acusación de Estados Unidos en contra de Consuelo Porras podría catalogarse como gravísima y la inclusión de su nombre en un listado que reúne a distintas sanguijuelas corruptas y antidemocráticas del istmo centroamericano indudablemente traerá repercusiones negativas a Guatemala.

El 27 de diciembre de 2020 el Congreso de Estados Unidos aprobó la simpática y singular Ley de Compromiso Mejorado para el Triángulo Norte de Centroamérica, la cual incluye la obligación del Departamento de Estado de elaborar periódicamente un listado que incluya a personajes nefastos que sean artífices de actos deleznables vinculados a la corrupción que socaven la sostenibilidad de las instituciones democráticas en sus respectivos países. Ayer la Jefa del MP salió bailando en esa lista y se unió a otros 20 personajes turbios guatemaltecos que habían sido nombrados a principios del pasado julio (empresarios, exalcaldes, un expresidente y diputados malandros). Aunque aparecer en la célebre lista no incluye ninguna sanción más allá de perder el “privilegio” de visitar a Mickey Mouse en su mero hábitat, es lo que hay dicen los estadounidenses, aunque en Guatemala dicha “sanción” se percibe bajo el viejo y conocido proverbio: ¿Tanto pedo para cagar aguado?

A los ojos de los gringos, Consuelo Porras orquestó un maquiavélico plan para obstaculizar investigaciones en contra de funcionarios corruptos del anterior y actual gobierno y se ensañó especialmente con el trabajo del exfiscal Juan Francisco Sandoval, quien estaba al frente de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (Feci) hasta que la Fiscal General decidió caprichosamente despedirlo. Dichas acciones corresponderían según aquellos analistas con más de dos dedos de frente, a la estrecha amistad que han construido durante estos últimos años, el presidente de la república Alejandro Giammattei y la abogánster María Consuelo Porras Argueta, que a pesar de que ambos se encarguen de llenarse la trompa de tecnicismos y pregonar a los cuatro vientos la independencia de poderes y el apego a la ley, aquí todos sabemos que su discurso de papel intenta defender lo indefendible: la obscena corrupción de toda la administración del gobierno.

Ilustración de Herbert Woltke

A pesar de que los denominados analistas políticos guatemaltecos coinciden al decir que este tipo de acciones quizá hagan que los funcionarios turbios del gobierno de Giammattei se pongan la mano en la conciencia y recapaciten. La población verdaderamente analítica de la Ciudad del Futuro sabe que a estas sanguijuelas del erario público aparecer o no en un listado gringo les viene del norte.

Lo que si es cierto es que dicho señalamiento en contra de Consuelo Porras avivará la pugna entre los distintos actores de la sociedad civil quienes decidirán si reciben con beneplácito otra cachetada de Giammattei cuando este proponga reelegir a la Fiscal General, o bien decida sacrificar a su fiel aliada con el afán de apaciguar las aguas en la cada día más efervescente Ciudad del Futuro.