Las primeras declaraciones públicas como ex–embajador del diplomático Arreaga, refieren a su arrepentimiento por no impedir la salida o mejor dicho el lanzamiento de la CICIG. Sin hacer notar que se fue sin la consabida condecoración de la Orden del Quetzal. No hizo amigos durante su gestión, ni de un lado ni del otro, quedar bien con todos resultó en no ser apreciado por nadie.

Acto seguido: las declaraciones del sub secretario Kozak con respecto a continuar la lucha contra la corrupción. Mensaje para nada subliminal. Claro y contundente, a pesar de venir del gobierno de Mr. Trump, al que algún sector de nuestra sociedad consideraba su aliado en la impunidad, habiendo confundido el interés estratégico de “convencer” a Guatemala de mover su embajada a Jerusalén con una alianza opuesta a la lucha contra la corrupción.

Tercer acto: la inmediata presencia del recién confirmado embajador Popp y sus primeras acciones. Por puro protocolo tenía que ir a ver al presidente y decir “ki toy”. Sin embargo, seguido de este acto meramente formal, su primera reunión fue con el ministro de la defensa y el jefe del comando sur. Me atrevo imaginar que la plática no giró en torno a cortesías diplomáticas y me suena más a un jalón de orejas, directo del jefe militar de la zona a un ejército que no puede controlar el trasiego de drogas.

Ni que decir del cuarto acto de esta tragicomedia, la visita a la fiscal general. ¿Por qué no aprovechó de una vez pasar a la FECI? Simple, era importante enviar el mensaje que dicha unidad merecía un protocolo específico. Una visita dedicada, eso sí, por cortesía que estuviera la fiscal general, como si no hubiera hablado con ella un día antes. Humo blanco diría yo.

Y toda esta danza no tan diplomática se da en el contexto del mayúsculo escándalo de haber localizado los 122 millones de quetzales en un lujoso residencial en Antigua, eso sí, “sin dueño”, con una casa a nombre de una sociedad anónima donde figura una oficial de juzgado dentro del tema. Un enredo que no tendrá un final feliz.

Y todos seguimos preguntándonos: ¿y el presidente payaso? Por favor no me vayan a decir que el ministro se mandaba solo. ¿Y los constructores de esa famosa “megaobra” que sigue derrumbándose en pedazos día a día? Yo le pondría oídos al ex ministro Sinibaldi, él estuvo montado en el macho y supo cómo domarlo, creo que sí tiene mucho que contarnos.

Así que el pronóstico del clima es de tormenta eléctrica con chubascos y posibles inundaciones, más que probable a ocurrir de noche y en días festivos. Hay que hacer caso del dicho de la abuela: Ven la tormenta venir y no se arrodillan.

A poner las barbas en remojo se ha dicho. Y los que si estamos comprometidos con la transparencia y lucha contra la corrupción esperamos resultados concretos. Estamos cansados de tanta impunidad.