En un mes caluroso y extraño como este, pero hace dos años, el presidente de la República publicaba a través de una red social propiedad del empresario Elon Musk un mensaje advirtiendo a la ciudadanía guatemalteca sobre la llegada de una nueva normativa que cobraría vigencia al día siguiente en los 22 departamentos de la nación : el uso obligatorio de las mascarillas.

En aquella época  la sociedad guatemalteca experimentaba un ambiente de zozobra, a raíz de los descubrimientos de los primeros casos positivos de Covid-19 en el territorio nacional. Aquellas medidas vinieron a trastornar contundentemente la economía nacional, incluso los malls se vieron obligados a cerrar.

La semana pasada, durante una gira gubernamental en el occidente del país, el gobierno encabezado por el doctor Alejandro Giammattei adelantó que para el miércoles 27 de abril anunciará a través de una cadena nacional, unas nuevas medidas de restricción sanitaria. Dichas modificaciones, según dijo “van a ser trascendentales para que volvamos a vivir casi con la normalidad de antes”.

Diego Pérez inició su propio negocio en diciembre de 2020. «Delicias Diego» fue una iniciativa de alimentos artesanales (chiles y jaleas) que su propietario vendía a través de redes sociales. Fotografía de Danilo Ramírez.

Cabe recordar que durante los primeros meses a partir del descubrimiento del primer caso los precios de las mascarillas  estuvieron por los cielos, ya que muchos «emprendedores» aprovecharon la oportunidad para comerciar con este tipo de dispositivos, pero no fueron los únicos, funcionarios públicos vinculados con empresarios también concretaron millonarios negocios.

Hoy que se presume que las mascarillas dejarán pronto de ser obligatorias en los espacios públicos abiertos  es conveniente analizar  las oportunidades que la pandemia presentó a la economía nacional, balanceado con todos los daños y perjuicios que seguramente provocaron los malos manejos de fondos públicos que los funcionarios ejecutaron en todas las instancias de gobierno, pero especialmente en el ministerio de Salud. A lo anterior habría que añadir un sesudo cuestionamiento sobre el abandono con el que el ministerio de Educación dejó a la niñez y adolescencia guatemalteca.