FOTOGRAFÍA DE SIMONE DALMASSO

Guatemala, el segundo lugar con la mayor crisis alimentaria en el mundo. Alrededor de 2.5 millones de habitantes del país, se encuentran en crisis, de ellos, el 3% permanecen en situación de emergencia y el 20% en situación de gravedad, con desnutrición y hambruna. Solo nos gana Haití, que ocupa el primer lugar con alrededor de 3.2 millones de habitantes, sin recursos ni riquezas naturales, y con un sistema en crisis permanente en materia económica, política y social. Esto lo documentó la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias, la cual pertenece a una Alianza Internacional de las Naciones Unidas y la Unión Europea.

Es una situación que se manifiesta más en las regiones rurales, pero con mayor intensidad en el Corredor Seco, que año con año se extiende por falta de lluvias, en tierras áridas y cansadas. Expertos indican que el problema se agudiza por la deforestación alrededor de las cuencas de agua, el proceso de urbanización desordenado, la contaminación de los mantos acuíferos y la falta de una legislación que obligue al buen uso de las aguas en el país y la mala distribución de la tierra.

Los granos básicos se producen principalmente en pequeños terrenos y orillas que los campesinos arriendan en altos precios a los dueños de grandes terrenos. La falta de lluvias, pero también el exceso de lluvias generadas por las tormentas, no permite que la producción de alimentos sea efectiva, a lo que se agrega el alto costo de los fertilizantes que se deben introducir en tierras cansadas y que han perdido sus nutrientes por el uso permanente. Además, la crisis alimentaria puede ser mayor, en medio de un período de hambre estacional, que se agudizó con la pandemia.

Además, el problema se debe a las causas estructurales que viene arrastrando el país, como las condiciones de pobreza y extrema pobreza en que viven las familias. Las desigualdades sociales y económicas son extremas, y condenan a gran parte de la población, en especial a la infancia, a llevar una vida limitada en su salud, crecimiento deficiente, intelecto retrasado y nulas oportunidades de trabajo, por los efectos de la malnutrición.

Fotografía de Simone Dalmasso

Es contradictorio porque Guatemala es un país rico en recursos naturales, que bien podrían ser explotados por el Estado y las ganancias utilizadas en la inversión social, como salud, educación, seguridad social, vivienda, etc. Sin embargo, el país, con indicadores por debajo de la media internacional, se encontró muy lejos de cumplir con las Metas del Milenio, para el año 2015. Ahora el Estado se comprometió a cumplir con las Metas de Desarrollo Sostenible, que tampoco cumplirá, porque no se han superado las causas que lo impiden, como la mala administración, improvisación, corrupción, captura del Estado por el Crimen Organizado, del Narco y demás vicios, que se vienen arrastrando, como el robo y malversación de esos valiosos recursos, que se desvían a cumplir con objetivos perversos.

El 10% más rico de la población, recibe la mitad de los ingresos; el 20% más alto recibe dos tercios del mismo. Aproximadamente el 50% de la población vive en la pobreza y el 18% en extrema pobreza. Los indicadores sociales, como la pobreza y extrema pobreza, la mortalidad infantil y el analfabetismo, la educación, la salud y la vivienda, se encuentran entre los peores en el hemisferio.  El 2% de la población es dueña del 72% de la tierra más fértil. El 87% tiene apenas el 15% de la tierra y la mitad de los hogares rurales son campesinos sin tierra o poseen menos de una hectárea, con niveles de pobreza superior al 80%; generando y sosteniendo así, un régimen de desigualdad, inequidad, discriminación e injusticia.

En octubre de 2013, visitó Guatemala una delegación de la FAO. Después de hacer un análisis del país, no entendía ni concebía por que la abrumadora mayoría de tierras, estuvieran concentradas en tan pocas manos y que, en esas grandes extensiones de las mejores tierras fértiles, como una política de Estado, se cultivaran alimentos para resolver las grandes necesidades de la mayoría de la población. En estas tierras se siembra de manera extensiva la caña de azúcar, el café, la palma africana, y el cardamomo entre otros.

Estos productos no son alimentos, sino productos aromáticos, edulcorantes, y aceites para la exportación, en beneficio de unos pocos terratenientes. Ello, en un país donde prevalece la desnutrición y donde la hambruna con una gran degradación ambiental se ha convertido en epidemia. Las contradicciones sociales se han acrecentado en el país, y la distribución de los ingresos y la riqueza permanece desigual. Ello no se puede enfrentar ni resolver con berrinches presidenciales, ni enamorado de sus errores. Es una labor de estadistas, llegando a las causas de origen, algo que ya tarda varios siglos.