La tormenta tropical Julia llegó para desnudar la realidad nacional, la poca inversión en prevención o en la construcción de infraestructura, además de la debilidad en la políticas púbicas especialmente de aquellas que permitirían el desarrollo, pues como se ha podido ver la destrucción causada ha dejado cientos de miles de damnificados y posiblemente pérdidas de vidas que continúan sin ser cuantificadas.

Fotografía de Danilo Ramírez
Los daños son severos, podría ser que el país tenga que dedicar años a la reconstrucción y económicamente el rezago que causa nos deja en condiciones deplorables, todo ello como consecuencia de que los recursos destinados a obras de infraestructura han sido desviados hacía el beneficio de particulares.
Los daños causados por la tormenta tropical Julia van desde inundaciones en pueblos y carreteras, destrucción de puentes, derrumbes sobre carreteras, viviendas dañadas, comercios destruidos y sobre todo, fuentes de empleo perdidas.
De no contar con un plan de contingencia, decenas de miles de familias quedarán en el desamparo, sin posibilidad de subsistir y con ello podría recrudecerse la delincuencia, no hay que olvidar que la falta de oportunidades y la ausencia de inversión pública se convierten en factores que provocan que las personas salgan a conseguir el sustento sin importar el cómo.
Seguramente se incrementará el número de personas que intentarán llegar a los Estados Unidos, con la confianza de obtener los recursos que les permitan contar con la oportunidad de brindarle algún futuro a sus seres queridos.
El Estado guatemalteco tiene un papel importante que jugar a partir de que concluya el paso de Julia, la prioridad debe ser garantizar que la población sobreviva, luego sentar las bases, para que futuros huracanes no causen el daño que está causando este. Para ello será importante que sean creadas políticas públicas y reformas a la legislación, para evitar que continúe el despilfarro del presupuesto destinado a beneficiar a la población.

Fotografía de Oscar Rivas
Cualquier decisión alrededor de un nuevo estado de excepción o de declaración de calamidad de nada servirán, solo permitirán que se compre sin usar la ley de contrataciones.
Entre otras reformas se requiere la de imponer restricción a la construcción de edificios, carreteras y otros trabajos, sin que se cuente con el visto bueno de expertos en desastres. De tal manera que no sea posible que estas obras se encuentren en lugares donde los ríos podrían salirse de su cauce o donde haya riesgo de inundaciones o derrumbes en el futuro.