La opinión expresada por el presidente en cuanto a la difícil recuperación de la industria turística, solo muestra la forma de ver la vida de nuestra casta política:
¨Saquémosle ventaja a todo…¨
Y lo más triste y preocupante es el silencio de quienes tienen algún liderazgo, empezando por los candidatos presidenciales que tendremos en las próximas elecciones. No podemos confiar en gente que calla mientras el pueblo es esquilmado, con gente muriendo por falta de vacunas y medicamentos, agravado por la apatía de los diputados que prefirieron irse de fin de semana largo en lugar de sesionar y aprobar la necesaria ley para poder continuar recibiendo las vacunas donadas, que ya se convirtieron en la única esperanza de la población guatemalteca ante la indolencia en el manejo de la pandemia. Ni qué decir de los altos dirigentes de las iglesias, en absoluto silencio cuando la gente voltea a verlos a ellos en busca de guía y dirección. Se ha perdido la dimensión profética de la misión encomendada a ellos.
En estos cuatro días de retraso al no priorizar el decreto para aceptar las donaciones morirán 80 personas. ¿Algún responsable?
¿Por qué no les interesa el proceso de vacunación y mantienen a sus bancadas descansando? ¿Y no que son pro vida pues?
En contraste, los países que están padeciendo la variante Delta originada en la India ya tomaron la estrategia de la “vacunación reactiva”, que consiste en inmunizar de manera rápida a todo el entorno familiar, laboral y educativo de quien se confirma la enfermedad para cortar la cadena de transmisión y evitar contagios de segunda generación. Pero también continúan empujando la vacunación de la población en general. Hay que pensar en una estrategia cuasi militar y tender un “cerco epidemiológico” con las vacunas.
En Guatemala ni siquiera la capacidad de rastreo de contactos tenemos….
Lo que nos lleva al tema central de este artículo: exprimamos la pandemia.
Para comenzar, se privatizaron las pruebas ya que en el sistema de salud público si no hay síntomas no hay pruebas, punto. La experiencia muestra que la gente ha tenido que pagar más de una prueba para certificar su estado de salud. Luego se elevaron los costos de los materiales de cuidado en el hogar: concentradores de oxígeno, tambos de oxígeno y su equipo de aplicación imposibles de conseguir, solo con pisto en la mano se puede curar alguien infectado, los demás se convierten en los fallecidos de días anteriores. La hospitalización requiere un pre pago de 50 mil y un costo aproximado de 500 mil si usted sale sin complicaciones, ya no digamos si necesita respiración asistida o peor intubación, estamos hablando de dejar a la familia con deudas de millones. Ante la privatización “por desgaste” de lo público que requiere materiales y medicamentos comprados por aparte.
La vacunación no se ha vuelto privada, pero ante la falta de vacunas se está teniendo que pagar viajes para vacunarse, y menos mal que los países como México y EE. UU. están atendiendo a los guatemaltecos. Al colmo que hubo mercado negro de primeras dosis. Sin embargo, la gente no logra conseguir la tan ansiada segunda dosis ahora que estas escasean.
Hace días que no oigo gente pidiendo salud privada, tal vez porque cada vez más han tenido que empeñar hasta el pescuezo para pagar las deudas que dejaron sus familiares con covid.