Recuerdo los domingos en que no teníamos nada interesante qué hacer y con la muchachada de la colonia nos embarcábamos en un picop rumbo a una mega iglesia atravesando prácticamente toda la ciudad. El recorrido era alegre y la molestadera era el común denominador de toda la aventura.
Al llegar al mega templo de la fe, mis colegas y yo debíamos mantener la compostura y respetar los protocolos mínimos de decencia; tarea ardua y compleja cuando estás rodeado de adolescentes malandrines y rebeldes.
Nuestra presencia allí se justificaba porque teníamos un mecenas que patrocinaba el transporte, se trataba de un adulto que afirmaba haber sido descarriado como nosotros en sus años mozos, por lo que alardeaba de entendernos a la perfección.
Estar allí adentro y contemplar los discursos del predicador me hacía sentir como en Otro Rollo, así literal, solo le faltaba decirnos “¿Quieren monólogo?”, era impresionante el manejo que este traficante de la fe tenía sobre su público, sus capacidades histriónicas hacían del espectáculo algo sumamente entretenido y quienes ya estaban convencidos salían satisfechos y relajados, mientras los que no, salíamos con la sensación de haber experimentado un profundo viaje por la retórica y la manipulación.
Bendito sea dios nunca me convertí, pero con el tiempo conocí gente que realmente vivía con Cristo en su corazón y ellos me enseñaron a respetar la libertad de culto plasmada en la Constitución Política de la República de Guatemala.
No obstante, me parece obsceno y sumamente hipócrita el uso que los funcionarios públicos hacen de la religión, empezando por Giammattei. En mi particular punto de vista, este energúmeno que tenemos por presidente es un mentiroso compulsivo que utiliza la religión como arma de manipulación masiva. Vaya cinismo el de convocar a un día de ayuno y oración en un país que ocupa los primeros lugares de desnutrición crónica a nivel mundial.
Hoy, diputados del partido Viva, con dirigentes de la iglesia evangélica y Edwin Asturias, titular de la Coprecovid se reunieron para avalar los protocolos de prevención que se aplicarán en los servicios religiosos en un momento en que la pandemia está en su pico más alto en el país. ¿Brillante no?, pero bueno quién es uno para cuestionar a estos líderes y su manera de proceder, si llegaron a donde están es porque algo saben.