Niña, palabra que cabe dentro de una pupila que dilata ante la tenue luz de un callejón sin salida, ante la oscuridad completa de una casa tomada.
Niña, creación expresiva que acuna sueños en bolsillos rotos y realidades que sucumben.
Niña de Guatemala, poesía, versos y flores al viento frio, que llega a tu pueril Ser, sin un cálido abrigo.

Fotografía de Engler García
El 19 de diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 66/170 para declarar el 11 de octubre el Día Internacional de la Niña, con el fin de reconocer los derechos de las mismas y los desafíos únicos a los que se enfrentan en todo el mundo. Asimismo, promover su empoderamiento y el cumplimiento de sus derechos humanos.
Los desafíos siguen estando latentes, pues según el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU), 130 millones de niñas no va a la escuela y 15 millones de niñas en edad de asistir a la educación primaria nunca ingresarán a un aula.
A pesar de que la educación es un derecho fundamental y gratuito en la persona, éste sigue estando al servicio sólo de quienes pueden tener el acceso, generando brechas de desigualdad y obstaculizando el pleno desarrollo de la personalidad humana.
En Guatemala, la esfera de educación sigue siendo desigual en distribución de cobertura, calidad en inclusión. En los últimos meses ha aumentado la deserción o abandono escolar, un abandono, no de la población estudiantil, sino del sistema que carece de accesos igualitarios. Datos del ministerio de Educación indican que en el 2019 la tasa de deserción escolar alcanzó un 7%, este año la cifra podría incrementarse, con un efecto crítico en las áreas rurales, donde el abandono de los estudios ya es evidente.
La igualdad de género sigue siendo un reto en una sociedad patriarcal como la nuestra, dispuesta a seguir repitiendo prácticas y patrones que sumergen en el fango la vida de niñas y adolescentes que asumen roles preestablecidos. Algunos de los discursos de niñas y adolescentes que siguen en la tarea de aprendizaje, emanan desde sus realidades e historias de vida que salen a flote desde el enojo represivo por asumir la responsabilidad del cuidado y las tareas del hogar.
Seño hoy no puedo conectarme a clase porque tengo que hacer el almuerzo. Adolescente de quinto secretariado bilingüe.
Seño no podré seguir con la tercera unidad porque debo cuidar a mis hermanos y encargarme de la casa. Adolescente de tercero básico.
Profe le mando la tarea cuando pueda porque debo ayudar a mi hermana con la tarea de ella. Niña de quinto primaria.

Fotografía de Engler García
Sistema educativo de hoy y mañana no puedo porque ustedes no han garantizado mi participación en el mismo
La conmemoración del Día de la Niña, es una oportunidad para reimaginar un mundo diferente, libre de violencias sexuales, de ataques a la dignidad humana y con accesos igualitarios a la educación. Donde se hace cada vez más necesario un espacio de diálogo para expresar abiertamente los sentires más hondos que nos llevan a la lucha colectiva por posicionar el empoderamiento de niñas y adolescentes en espacios de toma de decisión a favor de sus derechos. Esta conmemoración es un desafío que nos sitúa y confronta con la realidad, pero que también nos lleva a mover el tablero y hacer caer las piezas dominantes de este juego, es el aquí, es el ahora. Es la vida de todas las niñas y adolescentes excluidas y desaparecidas por un Estado opresor.
Es momento de ser niña luz, en tanta oscuridad.
Es momento de ser niña aguja, para coser cada bolsillo roto que acuna sueños colectivos que nos ponen en actitud creativa.
Es momento de ser niña abrigo, por vos y por todas las demás…