
Fotografía de Esteban Biba
Mucho se le reclama gobierno central por las carencias sociales que padecemos a raíz de sus malas decisiones, pero olvidamos que la Municipalidad también tiene una responsabilidad directa de cuidar el espacio principal del ciudadano que es LA CIUDAD.
Si bien es necesario que más decisiones sean desconcentradas, desde la apertura democrática en 1985, se ha llevado a cabo una descentralización del presupuesto nacional hacia las municipalidades, quienes tienen cada vez más recursos pero sin asumir las responsabilidades que seguimos exigiendo del gobierno central, tales como salud, educación, transporte público, etc.
Es muy importante que nos demos cuenta de esto, ya que debemos exigir cada vez más de los alcaldes y menos del gobierno central. La falta de transporte público, la falta de agua, la falta de parques y espacios de recreación y el exceso de congestionamiento vehicular, por ejemplo, son responsabilidades del Alcalde y no solamente del organismo ejecutivo.
LA CIUDAD es el espacio fundamental en el que se desarrolla la ciudadanía y las buenas decisiones de la municipalidad pueden mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y ciudadanas por lo que esas decisiones deben estar basadas en una visión integral del ser humano y no solo en la idea errónea de que el cemento es sinónimo de desarrollo.
LA CIUDAD es para las personas, no para los vehículos; debe ser para las viviendas, no para el comercio y debe ser un lugar con parques y áreas verdes, sin que estos sean remplazados por el concreto y el cemento, debido a la falta de un verdadero plan de ordenamiento territorial.
Ninguna ciudad será recordada por cuántos centros comerciales tiene, pero sí por cuántos parques, por cuántos monumentos, por cuantos sitios turísticos y culturales posee; sí por la buena calidad de vida de sus habitantes.
Recordemos que el Estado y la propia “política” provienen del griego polis, que significa ciudad, o el “gobierno de la ciudad”. De allí que el ciudadano está, desde su naturaleza, ligado a ella.
Debemos repensar, entonces, cómo debe ser ese espacio, cómo queremos que sea nuestra ciudad. Un espacio frío, sin vida o un espacio amigable, vivo, incluyente. Con más centros comerciales o con más espacios culturales y naturales, si con más “usuarios” o con más vecinos.
Reflexionemos y recuperemos ese espacio para los ciudadanos, para las personas, para la gente.