Cada vez que se produce un desastre en el país, salen a relucir los actos de corrupción gubernamentales que le dieron origen. Se conocen problemas como el Libramiento de Chimaltenango, los puentes del país que sucumben ante las correntadas, las construcciones realizadas en zonas de deslaves, los hundimientos por falta de mantenimiento a los colectores de aguas negras, pero principalmente en las carreteras. Se debe mencionar los incendios por temporada seca, y la degradación ambiental por mal manejo de la basura. La infraestructura del país, que constituye un factor importante de la economía nacional, representa una fuente de enriquecimiento para las autoridades de turno y el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, MICIVI, es el instrumento ideal para llevar a cabo estos actos de malversación de los recursos del Estado.

En cada ejemplo, sobresale el robo de los recursos del Estado, captados por del pago de impuestos de los contribuyentes. Se detecta el uso de materiales utilizados por ser barato e inadecuados, y los negocios donde quedó una parte del dinero en manos de contratistas, políticos, amigos o familias de las autoridades o los mandatarios. Los estudios de prefactibilidad brillan por su ausencia, en todo caso se planifica como apoderarse de los recursos invertidos en beneficio propio.

De inmediato se conoce el hundimiento de un tramo de la carretera hacia el Pacífico, en el kilómetro 15, el cual constituye solo un caso de la problemática planteada.  No se previeron los daños que podría ocasionar la grieta que atraviesa la carretera. Se evidenció la solución improvisada, o “chapús”, como lo nombran los albañiles, que se resolvería vertiendo 1,100 metros cúbicos de lodo-creto, equivalente a 122 camiones de concreto. Pero las aguas del invierno se encargaron de lavar todo este material, indicando a los “ingenieros” que, para arreglar un problema estructural, se necesitan soluciones integrales y científicas para que sea permanente. La solución saldrá más cara que la propia construcción, prolongándose en el tiempo, afectando el transporte, las comunicaciones y la economía nacional.

Esa visión de los problemas, está a la orden del día en todos los ministerios, lo cual constituye una tendencia a la improvisación. En el actual gobierno, se puede observar la insuficiencia y superficialidad de los programas de la salud, que se han convertido en ineficientes por su escasa cobertura nacional, a lo que se agrega la falta de hospitales, centro de salud y dispensarios. El Congreso aprobó la construcción de 15 hospitales solicitados por el Ejecutivo para enfrentar el COVID-19, estableció el presupuesto para tal fin, pero hasta ahora, no se ha construido ninguno. También se puede mencionar los pocos insumos para el personal médico y las escasas medidas de protección, sobre todo durante la Pandemia. A ello se suman los pocos recursos y medicinas para atender a la población, que resulta la más afectada. Se puede mencionar otros motivos que acrecientan el problema, como la hambruna y desnutrición, las distancias a recorrer para llegar a tener atención médica y otros factores como los escases de recursos y medios para la movilización, como la falta de transporte en lugares remotos. Todo se junta a la hora de resolver tan solo un caso, por lo que la atención se debe convertir en asistencia integral, donde deben contribuir a la solución varias disciplinas y varios ministerios.

La misma situación, se puede mencionar en casi todos los problemas nacionales como la educación, la producción de alimentos, la vivienda, la inseguridad, y por supuesto la infraestructura. Se pretende aprobar presupuestos, para supuestamente resolver problemas que se han dejado de atender y surge la duda de ¿por qué hasta ahora? Sin embargo, a un año de los comicios electorales, es casi lógico, que esos recursos se invertirán en financiar a los partidos que constituyen la coalición oficialista, y que participa en la campaña electoral anticipada.

Se está produciendo un reacomodo de fuerzas, en el panorama electoral, con el propósito de que se produzca el continuismo político de la actual política, o lo que es lo mismo, Giammattei sin Giammattei, pero con su tendencia y línea política. Además de la cantidad de partidos políticos, se produce un forcejeo y la lucha por hacer desaparecer a determinadas agrupaciones políticas y figuras tradicionales incómodas. Ese reacomodo tiene que ver con la captura del Estado por el Crimen Organizado y el Narcotráfico, que sobresalen como tendencias políticas en el futuro manejo y composición de la administración del Estado.