Fotografía de Javier Herrera/Barrancópolis

Recuerdo aquél día en el que todos se quejaban de la engorrosa cátedra de un profesor, la actitud de éste era prepotente y autoritaria, no escuchaba a los compañeros, sus clases eran improvisadas y los exámenes mal intencionados. El enojo hacia este profesor creció cuando recibieron los resultados del primer parcial, incluso antes de tener los resultados, al solo ver los exámenes se apreciaba fácilmente la práctica antipedagógica para evaluar de aquél “profesor”.

La fama de este señor aumentó, los resultados del segundo parcial y el examen final hicieron estallar la rabia de la mayoría, sin embargo, solo unos pocos se organizaron, los valientes, los que sí querían; esto los llevó a presentar una petición en contra del catedrático a la autoridad correspondiente, pero no había suficiente respaldo de los demás estudiantes y era demasiado tarde para aceptar aquella petición.

Cómo olvidar aquella tarde cuando conversaba con una amiga de la facultad, entre risas y misterios, y secretos también, me contó sobre la vez que pidió revisión de un examen para una clase en particular. Muy frustrada me decía que fue a solicitarle revisión al catedrático, quien respondió que le haría la revisión en su oficina “porque no tenía tiempo para hacerlo en la universidad”, le dio la dirección y ella aceptó. Ya estando en su oficina el “profesor” le preguntó si tenía novio y ella respondió que no, luego preguntó de nuevo ¿Cómo hacés para satisfacer tus deseos sexuales?, ella dijo que a él no le interesaba eso, que era muy personal y que si podían comenzar con la revisión de examen.

 

¿A quién lo ha amenazado de muerte un catedrático?

A otro de mis amigos, un “profesor” le recomendó que no buscara problemas en su cátedra, ya que él tenía cómo defenderse, Conozco a varias personas con quienes trabajo, solo es de hacerles una llamada y ya estuvo, entre algunas memorables frases que recuerdo que dijo, este fino catedrático se sentía respaldado por las personas que había defendido en los tribunales, no sé a qué pandillero defendió, pero su intención de dañar a un estudiante fue evidente cuando cruzó la línea diciendo aquellas frases.

Los tres casos anteriores, describen algunos prototipos de catedráticos que están dentro de las casas de estudios superiores, los incompetentes y desinteresados en la cátedra, los acosadores de compañeras y los que pueden llegar a utilizar su noble profesión para dañar la vida y también las emociones de los estudiantes. Me pregunto ¿Sabrán las autoridades qué tipo de personas están impartiendo clases? ¿Habrá una verdadera evaluación docente? ¿Aceptan las peticiones estudiantiles o las asesoran? En fin, estas solo son tres historias que recuerdo, pero no creo que sean las únicas, estos casos sobran y quedan impunes a falta de valor de los estudiantes para proceder administrativamente en contra de estos desgraciados, quizá sea la indiferencia de la autoridad al no corresponder con las peticiones de los estudiantes que sí han procedido en contra de una injusticia, no lo sé.

Es cierto que la esclavitud como institución ya no existe, pero aún hay una esclavitud de acciones, son las cadenas del miedo las que no nos dejan ir más allá de un simple insulto hacia nuestras “autoridades”, siempre es más fácil unirte al que tiene el látigo en la mano, es más sencillo respaldar las injusticias para que te favorezcan con puntos en tus evaluaciones, los exámenes técnicos profesionales o incluso para facilitarte la tesis. No quiero caer en falacias de generalización imperfecta, porque sé que no toda autoridad es una basura, sé que hay docentes que respetan la noble profesión y cargos que ejercen (un aplauso para ellos), pero quiero terminar dotando de fuerzas por medio de estas letras a los estudiantes para que no sean simples cachorros, sino perros que van en contra de cualquier injusticia y demuestren el profesional que serán algún día y no la escoria y sombra de una basura con látigo.

“La autoridad exterior constituirá una victoria duradera solamente si las condiciones psicológicas íntimas son tales que nos permitan establecer una verdadera individualidad propia”. Es una de las frases de Erich Fromm que transcribo porque alimenta el valor individual para vencer el miedo, y si estamos organizados es todavía más fácil llegar a un fin común, como el caso de vencer una injusticia, y que estudiantes puedan unirse y dirigirse hacia ese fin que no solo eliminará sus miedos a cualquier tipo de intimidación o represalia, sino que quitará del camino un obstáculo, o esa piedra que nos está lastimando.

Tienen un amigo.