En varias ocasiones, he mencionado que nuestras autoridades tratan a la gente con DESDÉN. No solo manifiestan una falta de empatía con la ciudadanía, sino que son descarados al respecto. No hablo solo de funcionarios del gobierno central sino también de los diputados o incluso los alcaldes municipales. La omisión de acciones concretas en beneficio de la población aunada a la ausencia de preocupación por el bien común, tiene a las personas en una total desesperación.
Por otro lado, los negocios son más importantes que el bien común; son más importantes que hacer buenas obras de infraestructura o hacer obras que realmente sean de beneficio para los vecinos.
El tema actual son las calles inundadas, que por un lado, se le echa la culpa a la lluvia, a la gente (“que tira basura”) pero no a los negocios que hay detrás de las obras mal hechas de los alcaldes y funcionarios. Se ven los hoyos poco tiempo después de que se pone asfalto nuevo, porque el “bacheado” y el “recapeo” son negocios millonarios de los propios funcionarios. Saben que se pone un asfalto que durará poco, porque atrás de ello, viene el negocio privado; así con las carreteras, los puentes, los pasos a desnivel (que no solucionan el problema de fondo), etc.
Pero para colmo de males, hacen obras peligrosas sin tomarse la molestia de señalizar el peligro o tomar medidas para evitar accidentes y daños a los vecinos. Y si esto fuera poco, cuando suceden los accidentes por negligencia estatal, se justifican, de nuevo echándole la culpa al ciudadano o a los eventos climáticos, sin ni siquiera demostrar remordimiento por sus malas acciones.
La lluvia u otros fenómenos naturales no son el problema para el país y la ciudad. Estos factores solo ponen de manifiesto las omisiones, malas decisiones y negocios (perjudiciales para la población) de las autoridades actuales y las pasadas, quienes instauraron ese estilo de administración pública. Invertir en lo que se ve y que les puede ganar la siguiente elección, dejando por un lado, lo importante, lo necesario y lo beneficioso para la mayoría.
Por eso, reiteramos que las autoridades deben tratarnos con respeto y dignidad. Debemos exigir que inviertan en el bienestar de las ciudades y del país. Cambiar esa lógica de “negocios” actual por una lógica de bien común, de comunidad y de sociedad.