Es evidente que, en este momento, el problema más grave en el país ES LA CORRUPCIÓN. Es un problema enraizado en la mayoría de instancias públicas y aprovechado por muchas entidades privadas para hacer negocios y lucrar con el dinero del Estado; recursos que provienen de los contribuyentes y pertenecen al pueblo de Guatemala.

Fotografía de Esteban Biba
El dinero que se roban en negocios de obras no realizadas, comisiones o malversaciones es dinero que deja de invertirse en la sociedad guatemalteca. En ese sentido, pienso que nadie debe quedarse callado, ni conformarse con lo que está pasando. Cada día es más dinero el que se roban, porque eso es la corrupción, UN ROBO abierto y descarado. Cada día son más descarados para hacerlo y cada día quieren más. No se sacian ni satisfacen con unos cuantos millones. Ahora solo se habla de cientos o miles de millones “perdidos” que podrían servir para construir el país que necesitamos.
Vemos como sustraen (porque no se pierden) 135 millones de quetzales, y no pasa nada; el Presidente de la República ni siquiera se molesta en darnos una explicación o en remover al ministro encargado de velar por el buen uso de esos fondos. ES INDIGNANTE y debemos unirnos en esta única causa de acabar con la corrupción y los negocios que hacen con nuestros recursos.
Debemos apoyar cada esfuerzo que exista para eliminar esta “enfermedad” que ya está generalizada en el ámbito nacional. Y debemos apoyar los esfuerzos que se hacen, especialmente por grupos de jóvenes, para lograr la renuncia de los funcionarios que por acción u omisión son parte del saqueo que están haciendo del patrimonio nacional.
La corrupción no conoce género, raza, etnia, edad ni ideologías, por lo que no debemos permitir que nos dividan con argumentos ideológicos. El objetivo está claro: ELIMINAR LA CORRUPCIÓN EN EL PAÍS. Cuidado, no debemos caer en la trampa con la que dividieron a la sociedad para lograr sacar a la CICIG, que logró encarcelar y desmantelar algunas de las redes de corrupción existentes. Con argumentos ideológicos, lograron asustar a la clase media que dejó de manifestar, y dejó de exigir la renuncia de los funcionarios corruptos. Así, quienes viven de y con la corrupción, regresaron a conformar de nuevo sus redes criminales y siguen haciéndose con nuestros recursos.
DEBEMOS UNIRNOS, en esta lucha contra la corrupción y apoyar: denunciando, exigiendo, reclamando y manifestando nuestra indignación ante el robo descarado que se sigue dando en nuestro país.