
Fotografía de EFE
Hoy, todos encerrados y preocupados por el pistío para comer mañana. Tenemos además una pesadilla que podría complicar el panorama: La suspensión de los servicios básicos (agua, luz, extracción basura, telefonía, transporte, etc.).
Difícil imaginar un panorama donde una familia enferma, sin capacidad de generar ingresos sufre la mala suerte de recibir una visita de la distribuidora de energía eléctrica para cortarle el servicio. ¿Enfermos y sin luz ni agua? Imaginemos el efecto multiplicador que esto significaría para la pandemia.
Las medidas de reactivación económica se aplauden, sin embargo, no serán de efecto inmediato. Como medida de urgencia el presidente Alejandro Giammattei debe emular a su homólogo salvadoreño y decretar de forma inmediata la suspensión de pagos y cortes de servicios públicos, por cualquier motivo. Bajo apercibimiento de hacer efectivo el contenido del artículo 120 de la Constitución Política de la República de Guatemala.
El mencionado artículo es claro y terminante cuando reza: “El estado podrá en caso de fuerza mayor intervenir las empresas que prestan servicios públicos…”. ¿Qué más fuerza mayor que la presente crisis sanitaria? ¿Y qué decir de la concesión estatal para prestar dichos servicios, acaso no conlleva la obligación de prestarlos en cualquier eventualidad?
Ánimo presidente, las decisiones difíciles no son populares y la historia lo colocó a usted al frente de este momento extraordinario. Hago eco de sus propias palabras para recordarle “que no le tiemblen las patas” e instarlo a que decrete esa moratoria a favor de los menos capaces, quienes no solo podrán enfrentar la crisis sanitaria en calma, sino además aliviar su economía, y así sanar la economía de todos al tener “cash” disponible para fomentar las actividades financieras.
Por Aquiles Faillace