El juego de lobos y corderos es una trampa en la que caen frecuentemente quienes eligen ser depredadores. Aquellos que tienen tomadas las instituciones y las usan para su venganza podrían quedar desprotegidos por una peripecia tan inusitada como un cambio en la intención de voto del electorado. Éste parece ser el caso con las dos candidatas preferidas del oficialismo. Los lobos que aúllan cada vez que piden juicios, antejuicios y aprehensiones en contra de quienes consideran sus enemigos, son los que más tarde caerán como corderitos asustados cuando les llegue la hora de rendir cuentas por todo el saqueo.

Fotografía de Simone Dalmasso
Faltan palabras para expresar el nauseabundo actuar del gobierno. Es inaudito el sometimiento del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el Ministerio Público (MP) y el Organismo Judicial (OJ) con el aval -de última instancia- de los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC). Si alguna vez criticamos los gobiernos de Nicaragua, Cuba o Venezuela por su autocracia, ¿Cómo vamos a callar si estamos en las mismas condiciones? Lo único que separa a unos y otros es su tendencia ideológica, pero las acciones y los resultados son exactamente los mismos.
La ridícula denuncia de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (Feci) en contra del candidato Mulet, es prueba de la desesperación por lograr que la corrupción del gobierno de Vamos quede impune. Ni hablar de la acusación en contra del candidato Jordán Rodas, quien no ha tenido acceso al expediente por medio del cual se dejó fuera al binomio del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP).
Es casi tangible el miedo que cunde dentro del oficialismo, la desconfianza en que sus candidatos vayan a ser reelectos y la duda de los acuerdos que pudieran haber pactado con las doñitas para evitar convertirse en corderos cuando tengan que abandonar el poder. Es lógico que Giammattei y su séquito desconfíen, dada la tendencia de las candidatas al populismo, las falsas promesas y la traición.
Los electores tendremos la difícil tarea de buscar una aguja entre el pajar con el fin de aplicar un voto razonado en contra del partido oficial y los aliados que durante más de tres años han votado con ellos en el Congreso. También, tendremos que hacer que los partidos satélites desaparezcan. Cualquier partido dirigido por exfuncionarios acusados de corrupción debe hacerse acreedor del rechazo de los votantes, así desaparecerán del espectro por un tiempo, en tanto se logra reconstruir la confianza en el sistema democrático que está en nivel cero.

Fotografía de Simone Dalmasso
Los lobos no cederán en su empeño por devorar la mayor cantidad de corderos que se les crucen y les impidan la sobrevivencia política. El rebaño tendrá que encontrar “las formas” para defenderse de los ladrones que se esconden debajo de pieles costosas, viajan en helicópteros o limosinas, se fabrican rostros juveniles con sonrisas falsas y regalan bolsas de comida cual manzanas envenenadas.
En este punto, viene a mi mente una vieja canción de Los Iracundos que dice: “Muchos de luchar están cansados y no creen más en nada de lo bueno de este mundo. El mundo está cambiando, y cambiará más. El cielo se está nublando, hasta ponerse a llorar. Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno…” Es la lluvia que cae y seguirá cayendo por algún tiempo hasta que los nubarrones se debiliten.
Quienes se esfuerzan para que el mundo permanezca igual en beneficio de su individualismo tienen tan poco amor por sí mismos como por el prójimo. Los lobos de hoy son los corderos de mañana, porque es seguro que nada permanece estático en este universo en expansión. En esas vueltas de la vida hemos de encontrar nuestro choque de estrellas o el agujero negro que nos devorará como un rebaño de ovejas que van al matadero.