En memoria de César Reyes Lucero
En Guatemala 1 de cada 2 Niñas y Niños de Primera Infancia padece de desnutrición crónica, ello equivale según nuestras proyecciones, aproximadamente a 2.6 millones de infantes, con las claras repercusiones en la atrofia del desarrollo cognitivo que ello conlleva, un daño irreversible para el resto de sus vidas.

Fotografía de Fernando Chuy
A ello debemos de adicionar que, sólo durante 2020, se han registrado más de 20 mil nuevos casos de desnutrición aguda, en todo el país. Lo que ha provocado que el gobierno de la República se lance a implementar una Gran Campaña contra la Desnutrición, a la cual se suma el sector privado organizado, la cooperación internacional y los gobiernos municipales, bajo la coordinación de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional -SESAN-.
Deseamos colocar tres temas en este orden de ideas. En primer término, es este año en que la Política Pública de Desarrollo Integral de la Primera Infancia cumple el tiempo para la cual fue formulada. Desde el momento de su aprobación nunca se le asignó presupuesto público para su implementación. Lejos de ello, se formuló y puso en marcha el Programa Hambre Cero y la Ventana de los Mil Días, ambos con pocos resultados, la evidencia así lo demuestra.
Segundo, la asignación presupuestaria para la atención de la Primera Infancia en instituciones tales como la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente -SOSEP-, por medio del Programa Hogares Comunitarios -PHC-, se ha venido debilitando, en lugar de contribuir a su expansión y consolidación, ampliando cobertura como mejorando la calidad de los servicios que ya presta.
Tercer, debemos hacer una relación directa con otro tema que abordaremos próximamente, el embarazo infantil y adolescente, porque son sus bebés quienes, año con año, quienes vienen a ser parte de este importante segmento de la población, la Primera Infancia -PI-, que vale decir, si la Niñez y la Adolescencia permanecen al margen de las prioridades del Estado, la PI ni siquiera es visible.
La evidencia demuestra, a través de distintos estudios internacionales, que la mejor inversión que puede hacer el Estado, todo Estado, es en la Primera Infancia, y no una vez, sino durante la vida, a lo largo de la vida. Aquellas sociedades que tienen la más alta tasa de retorno económico son en donde se ha invertido en la PI.
Aún estamos muy lejos de ello en el país.