Cuando el presidente convoca a cadena nacional para hablar sobre el presupuesto ciudadano, es que lo que va decir tiene relevancia para todos. Esto dejó de ser así desde hace mucho y las cadenas nacionales se convirtieron en una necesidad de “baño de pueblo”, de notoriedad y sobre todo de angustia para la población. Ansiedad es el único efecto palpable cuando se anuncia un pronunciamiento del presidente y la ciudadanía se pregunta ¿y ahora qué?
Hemos llegado al colmo que en la cadena de la semana pasada el presidente pretendió convencernos de un dato, que al día siguiente su propio ministro de finanzas desmintió y un par de días después los centros de pensamiento calificaron como “datos falsos e inexactos”. ¿Qué se pretendía con esa cadena de radio y televisión?
Recordemos que el detonante de la indignación ciudadana fue precisamente el presupuesto de gastos de la nación para el año 2021. Un mamarracho mal hecho y abusivamente asignando para gastos a discreción. Sin embargo, hoy parece claro que fue una movida maestra de ajedrez político por parte del presidente y sus asesores. La lectura al final fue: hagámoslo mal y que se indignen, así lo rechazan y entonces nos quedamos con el del 2020, con todo y sus aumentos.
Y así fue…
El presupuesto vigente hoy es de 107 mil millones, ya lo confirmó el ministro de Finanzas, con un estimado de ingresos de 60 mil millones, es decir, casi la mitad será financiada del aire, poniendo en riesgo la estabilidad macro-económica que tanto nos ha costado a los guatemaltecos.
Y el hecho de que el presidente haya salido a decirnos mentiras, solo acentúa la desconfianza. Hemos entrado en la época donde reina la duda. Ni más ni menos. Dudamos de todo lo que nos dice el gobierno, desde los datos monetarios hasta las cifras de muertos por COVID-19. Nada parece congruente.
La pregunta es: ¿Entonces qué hacemos?
Cuando un pueblo le pierde la confianza a su gobierno nos encontramos en un callejón sin salida. Comparemos la salida del presidente Trump y sus efectos sobre la democracia americana y la salida de la canciller alemana Merkel. Dos casos diametralmente opuestos. El primero salió a esconderse y la segunda con un aplauso nacional de 6 minutos, salió por la puerta grande.
¿Y nuestro presidente como saldrá?
En el ejercicio del poder público, la confianza es el elemento clave que nos permite anticipar que las autoridades cumplirán con las obligaciones y responsabilidades que adquieren ante nosotros, anteponiendo el interés general al suyo propio. Y para nuestra mala suerte, quienes ejercen hoy el poder han demostrado a estas alturas que pesan más las malas experiencias y, por lo tanto, no basta la simple declaración de buenas intenciones por parte de ellos. La población no confía y con razón, no basta con ofrecer autorregulación, es imperativo poner límites al abuso de la confianza ciudadana y que la ley se ejerza tal y como lo manda la Constitución y sus límites deben prevalecer.
Que confianza, vamos a tener en este desgobierno. Y, con el lio de las cortes.
Hasta donde ha llegado la corrupción de las mafias que nos gobiernan.
Y lo hemos permitido, como ciudadanos. Por eso la administración pública, se convirtió en negocio, para ellos volviéndose ricos a costilla del hambre del pueblo. Vende patrias