Como borregos enjaulados esperando órdenes ya llevamos más de dos meses bajo un régimen de limitación a los derechos constitucionales. Ni para la guerra, ni para el terremoto, duró tanto un estado de excepción.
Estamos llegando al punto de diluir el estado constitucional de derecho y tenemos que estar atentos. Pongo de ejemplo el artículo 43 de la Constitución que refiere a la libertad de industria y comercio. Ese artículo no puede ser restringido y además no está mencionado en los decretos presidenciales que se suspende.
Y, sin embargo, eso es exactamente lo que está sucediendo, nuestra libertad de trabajar y producir fue limitada en clara contravención del artículo 138 de la misma Constitución, que claramente delimita que derechos sí y que derechos no pueden ser suspendidos mediante estados de excepción.
¿Y alguien ya se dio cuenta?
Mientras no se nos haya arrebatado también la libertad de expresión, es derecho y obligación de los ciudadanos hacerle ver a los gobernantes las consecuencias de sus excesos. Mientras el pueblo perciba que el gobierno respeta la esencia del Contrato Social representado en la Constitución, la mayoría de los ciudadanos también respetará al gobierno.
Pero ojo, no es sabio poner al pueblo “entre la espada y la pared”.